-Es ahora cuando el país comienza a tener una noción
más clara de la magnitud del caos vivido con el apagón que comenzó el 7 de
marzo. Por más de tres días, Venezuela vivió prácticamente a la deriva, con una
criminalidad que se salía de control
@javiermayorca
El corte de servicio eléctrico que comenzó en todo el
país desde la tarde del 7 de marzo desató un pequeño caos que tuvo
consecuencias en los ámbitos económico, social, político y, desde luego, en el
de la seguridad.
Es apenas ahora cuando comienza a tenerse, incluso en
despachos del Gobierno, una visión clara sobre lo que sucedió en aquellos días
que llenaron de profunda inseguridad a buena parte de la población del país. Se
trata sin duda alguna del corte de servicio eléctrico más prolongado y con
mayor alcance geográfico que se haya reportado en Venezuela.
La ausencia de información no sólo afectó a la
ciudadanía, sino también a los organismos que se supone estaban encomendados a
resguardar los bienes y las vidas de las personas. En esos días sin servicio
eléctrico, ni de agua ni de comunicaciones, por ejemplo, quedaron en evidencia
las profundas vulnerabilidades de la policía judicial. En Distrito Capital, por
ejemplo, casi todos los despachos se vieron forzados a cerrar. Sus jefes, más
preocupados por la protección de sus familias, abandonaron los puestos o
simplemente hacían un “toque técnico” para luego volver a sus residencias.
Caracas estuvo prácticamente tres días sin policía judicial, hasta que regresó
la luz. Esta situación originó un nuevo reclamo de la superioridad. El 11 de
marzo, durante una reunión con los jefes de unidades, el subdirector del cuerpo
Johnny Salazar criticó el escaso compromiso de estos comisarios, en aquellas
horas críticas.
De otro lado, tampoco se podía exigir mayor presencia,
puesto que los despachos policiales generalmente carecen de servicio de agua, y
sin flujo eléctrico pierden toda utilidad. Un gobierno que dispuso de miles de
millones de dólares para los proyectos más inverosímiles fue incapaz de
entregar plantas eléctricas a los despachos de su policía de investigación. Y
ahora, se le pide a los comisarios que las provean.
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El Madeirense, saqueado |
El apagón sumergió al país en la penumbra, no solo por
la ausencia misma de electricidad sino también por la carencia de información
clara, actual, precisa. Esta circunstancia profundizó los rasgos anómicos de la
conducta ciudadana. En las calles, desde entonces, se maneja como si los
semáforos no existieran, y los peatones circulan sin saber por dónde saltará la
amenaza.
Los saqueos se extendieron a más de la mitad del país.
La ausencia de información y la autocensura ralentizaron el conocimiento cabal de
esta situación que, según Fedecámaras, afectó a más de 500 locales solamente en
el estado Zulia. La Guardia Nacional se vio claramente rebasada, y sus
uniformados, sin medios logísticos ni pertrechos, quedaron como meros
espectadores de la destrucción, tal y como se evidencia en videos transmitidos
por las redes sociales. En Caracas, cinco automercados amanecieron vandalizados
el domingo 10 de marzo. Ese día, una turba desesperada hizo lo propio en el
centro comercial La Pirámide. Gente sin luz, agua ni comida.
En Caracas, la violencia impactó claramente las cifras
de criminalidad, aunque con efecto retardado. A partir del 11 de marzo, cuando
comenzaron a procesarse nuevamente las denuncias, se reportó un incremento de
85% en los robos, 163% en los robos de vehículos y 150% en las lesiones
personales. En la parroquia Santa Teresa, la criminalidad general se disparó 1100%
esa semana, 233% en Antímano y 188% en El Recreo. Estas cifras son apenas un
pálido reflejo de una situación que ya salía de todo control, al amparo de la
oscuridad.
El escenario de un apagón general como el vivido a
partir del 7 de marzo era advertido por expertos en materia de servicio
eléctrico. De nada sirve tratar de vivir ahora como si esto no hubiese
sucedido. Cada corte de luz traerá nuevamente la inseguridad, aún si desde el
Gobierno tratan de maquillarlo con el eufemismo de “administración de cargas”.
Breves
-En medio de la terrible crisis por las fallas del
servicio eléctrico en el país, llegan denuncias sobre cobros en dólares por
obras que, en otros tiempos, llevaban a cabo los empleados de Corpoelec o de la
antigua Electricidad de Caracas como parte de sus labores habituales, sin
cargos adicionales para el ciudadano. El portavoz del llamado Frente Norte,
Carlos Julio Rojas, señaló que en conjuntos residenciales de San Bernardino y
La Candelaria han efectuado cobros parciales en la divisa estadounidense para
la reposición de cableados y transformadores que se han quemado debido a que
llegaron al tope de su vida útil. Estas exigencias van desde 200 hasta 700
dólares por grupo familiar. En Colinas de Santa Inés, unos aguaceros durante el
mes de octubre ocasionaron la destrucción de una caseta donde estaban tres
transformadores eléctricos. Corpoelec no se hizo responsable de las
reparaciones. Sus representantes argumentaron que esto sucedió debido a la
caída de un muro perteneciente a un edificio privado de la zona. Las sesenta
familias afectadas –residentes de distintos conjuntos- tuvieron que cancelar
cada una cuatrocientos dólares, para reunir 24.000 dólares que fueron pagados a
la estatal eléctrica por conceptos de reparación de los transformadores, el
nuevo cableado y los postes correspondientes. El trabajo correspondiente se
prolongó durante seis semanas, y fue hecho por empleados de la estatal
eléctrica. Mientras tanto, este conglomerado de vecinos careció de electricidad
y servicio de agua potable. Muchos de sus integrantes tuvieron que mudarse en
forma provisional.
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Copa bajo la lupa |
-El instituto autónomo Aeropuerto Internacional de
Maiquetía activó un nuevo sistema de escaneo corporal no intrusivo para los
pasajeros que salen por el terminal internacional. La tecnología supuestamente
es capaz de detectar la presencia de “materiales peligrosos”. Fue instalada en
la misma área donde revisan los equipajes de mano, justo antes de las taquillas
de la policía migratoria. El problema con esto es que ya el referido instituto
dispone desde 2013 de tres módulos para llevar a cabo las mismas tareas. Fueron
donados por la Unión Europea, como parte de un plan de fortalecimiento de los
servicios antidrogas en el principal terminal aéreo del país. Los aparatos
costaron 135.000 euros, y nunca los pusieron a funcionar. Ahora, compraron
otros para hacer lo mismo.
-El video que acompaña a esta breve nota muestra la
llegada al aeropuerto de Maiquetía del carguero Antonov 124 siglas AH-124-100
de la Fuerza Aérea Rusa, a las 13:40 horas del sábado 23 de marzo. Según
fuentes militares, este jet venía de Rusia con 35 toneladas de materiales
diversos, para respaldar desde el punto de vista logístico la permanencia en
Venezuela de una delegación militar que había llegado momentos antes en un Ilyushin 62M, siglas RA-86496, encabezada por el mayor general Vasilly
Tonkoshkurov, quien técnicamente es jefe del comando principal de las fuerzas
terrestres rusas. Con él llegaron otros 99 uniformados. Fueron recibidos por la
vicealmirante Marianny Mata Quijada, directora de la Oficina de Integración y
Asuntos Internacionales del ministerio de la Defensa, y por el general de
división (Ejército) Edgar Alfonso Colina Reyes, quien desde 2018 se desempeña como
director conjunto de las fuerzas de acciones especiales en el Comando
Estratégico Operacional de la FAN. La presencia de Colina es indicativa del propósito que tendría la visita de este contingente foráneo. Una parte de la delegación rusa pernoctó el
sábado en instalaciones diplomáticas rusas, mientras que la mayoría lo hizo en
el Círculo Militar, adonde llegaron a eso de las 5 pm en tres busetas
fuertemente escoltadas. Esto evidencia que los militares probablemente
permanecerán en la capital, en contacto con sus pares de las fuerzas especiales
de los distintos componentes de la FAN y de la Policía Nacional. En diciembre
de 2018, Tonkoshkurov y el comandante del Ceofanb, almirante en jefe Remigio
Ceballos, se reunieron en Caracas con la aparente intención de programar un
conjunto de actividades que incrementarían el “apresto operacional” de las
fuerzas militares venezolanas. En el contexto actual, sin embargo, la visita de
la delegación rusa ofrece una lectura distinta: la de un respaldo extranjero a
una de las partes del conflicto político que vive Venezuela.
Libros
La corrupción se ha
convertido en un mal endémico en las sociedades latinoamericanas de frágil
institucionalidad y con gobernantes de “baja responsabilidad”, según la
caracterización hecha alguna vez por el profesor Bayardo Ramírez. Aquí y allá
hemos visto casos en los que las ilegalidades compartidas entre empresas y
gobiernos en la búsqueda de un beneficio económico han llegado a la prensa, y
más de una vez han puesto en duda la continuidad de los gobiernos. En el siglo
XXI, sin embargo, hemos visto cómo una sola empresa transnacional con sede en
Brasil se transformó en el eje de escandalosas historias, que han impulsado
denuncias y enjuiciamientos en Panamá, Ecuador, Perú, Colombia, República
Dominicana, Estados Unidos y Brasil. En su obra Odebrecht, la historia completa (Bogotá, 2018), el periodista Jorge
González cuenta importantes detalles sobre los procesos judiciales suscitados
por las prácticas de esta constructora en Panamá, Colombia, Ecuador y Perú. Huelga decir que esta corporación, con el
pasar del tiempo, se convirtió en una auténtica transnacional del delito
organizado, que incluso llegó a incorporar en su organigrama un despacho para
la tramitación de coimas con los distintos gobiernos. Le decían el departamento
o la división de Operaciones Estructuradas. Aunque se trata de una ambiciosa
investigación periodística, el propio autor llega a reconocer que a esta
historia todavía le falta quizá uno de sus capítulos más importantes:
Venezuela. Allí, según sus propias palabras, “no existe investigación alguna
pese a que el Superintendente de la multinacional allí, Euzenando Azevedo, dijo
haberle entregado 35 millones de dólares al presidente Nicolás Maduro para que
Odebrecht siguiera a cargo de megaproyectos de infraestructura sin competidores
a la vista”. A pesar de este vacío, vale la pena leer con atención este libro,
pues allí encontraremos importantes claves para comprender, algún día, lo que
pasó en tierras venezolanas.
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