Más de dos meses de protestas, cada vez más frecuentes y extendidas por el país. Los costos del conflicto político se distribuyen entre todos los participantes. Pero hasta ahora el mayor costo corre por cuenta de los manifestantes
@javiermayorca
Han
transcurrido más de dos meses desde que se reactivaron las
manifestaciones antigubernamentales en las principales ciudades del país. En
Distrito Capital se llevan a cabo por lo menos tres grandes movilizaciones
semanales. Las más grandes indefectiblemente terminan en los límites entre Chacao y
Libertador, en medio de una lluvia de bombas lacrimógenas.
Un
aspecto que pocos toman en consideración es el costo que implica esta represión
continuada. Pareciera que el punto no es importante; que los recursos sobran
cuando se trata de proteger al régimen. Es posible que así sea: las
lacrimógenas son usadas como si hubiesen surgido de un almacén infinito,
mientras que los mercados no tienen pan y conseguir un pote de antibiótico es
menos probable que ganar un Kino.
Como
quiera que sea, imponer la voluntad de una minoría a bombazos y tiros de
perdigón implica erogaciones. Uno pudiera asomarse a este tema tal y como han
hecho criminólogos y sociólogos desde hace casi cincuenta años, cuando Gary
Becker dio a conocer su ensayo Crimen y
castigo: una aproximación económica.
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Manifestantes corren con más costos |
Básicamente,
cualquier actividad criminal comporta distintos tipos de costos. Pueden ser
clasificados en dos grandes grupos: los tangibles y los intangibles. Los
primeros son más fáciles de medir en términos monetarios, mientras que los
otros llevan un trabajo más arduo pues implica ponerle cifras a tres aspectos
fundamentales que son el sufrimiento, el dolor y la pérdida de calidad de vida
(Cohen, 2005).
En
las manifestaciones que hemos visto convergen miles de personas y cientos de
guardias y policías, cuyos instrumentos de trabajo son esencialmente escopetas
calibre 12 (algunas equipadas con bocachas o dispositivos para lanzar granadas)
y lanzagranadas de gas CS calibres 37/38. También utilizan granadas
lacrimógenas de activación manual.
Tanto
las granadas lacrimógenas como los cartuchos para escopetas con perdigones
plásticos son fabricados por Cavim. En el primer caso gracias a un convenio con
la corporación española Falken. Aunque los precios de estos cartuchos no están
disponibles en bolívares, sabemos gracias a cotizaciones aprobadas
recientemente por el gobierno de Uruguay que son, respectivamente, 18 dólares y
47 centavos de dólar. Pero en este caso se trata de materiales que serían importados.
Si se hace un estimado conservador, Venezuela debe ahorrarse la mitad del costo
por el hecho de fabricarlos en su propio territorio.
Entonces,
convengamos en que cada granada de gas costará nueve dólares y cada cartucho de
perdigones plásticos 29 centavos de dólar.
Según
recuentos de medios independientes, durante la represión a manifestaciones en
abril fueron usadas más de 1.200 granadas lacrimógenas. Es posible que otras
protestas sean aplacadas con dosis menores de gas. Si utilizan mil bombas por
cada jornada de protesta en Caracas, eso costará 9.000 dólares. En cuanto a los
cartuchos de escopeta, el cálculo se basa en un estimado de 400 guardias y
policías, cada uno con dotación de 20 unidades. Serán en total 2.320 dólares
por jornada.
Las
bombas y los cartuchos para escopeta sumarán entonces 11.320 dólares, solo para
contener y dispersar una marcha en Caracas.
Pero
el mayor costo no está allí.
Del
otro lado, hay miles de personas que han dejado de ejercer actividades
productivas para exigir un cambio político. Algunas manifestaciones son los
fines de semana, pero desde abril hay por lo menos dos en días laborables. Muchos
de los participantes son profesionales universitarios, otros obreros,
buhoneros, estudiantes y desempleados. Para simplificar, supongamos que todos
ganan sueldo mínimo. Si la marcha logra reunir unas 25.000 personas, el costo
en términos de tiempo productivo no aprovechado asciende a 27.780 dólares cada
jornada en Caracas.
Cada
día de protesta en la urbe supone entonces una pérdida mínima superior a los
49.000 dólares. Este costo lo asume no sólo el Gobierno sino toda la sociedad.
Pero este cálculo no toma en cuenta la posibilidad de robos y saqueos (tomados por
los teóricos como transferencias de riqueza), ni la creciente cifra de muertos
y heridos, algunos de ellos con lesiones incapacitantes, lo que elevará los
costos hasta niveles insospechados.
Breves
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A Lugo le dispararon una metra |
*Está
en desarrollo una peligrosa actitud de desconocimiento de los mandatos de la
Fiscalía por parte de unidades de la Guardia Nacional. En Carabobo, el comando
de zona de ese componente no ha enviado las copias certificadas o los
originales de los cuadernos donde conste cuáles fueron los militares enviados el
4 de mayo a reprimir la manifestación en la que falleció Hécder Vladimir Lugo
Pérez, de 20 años de edad. El joven falleció luego de ser herido en la cabeza
por una rolinera metálica. Su papá, Héctor Lugo, explicó además que los
efectivos de la GN y de PoliCarabobo fueron grabados en videos aficionados
cuando se acercaron a rematar con un tiro de escopeta al manifestante, quien se
encontraba inerme en la variante San Diego-Tulipanes, aproximadamente a las
4:30 de la tarde. Ese segundo tiro, hecho a quemarropa, ocasionó un daño
intestinal que agravó su situación durante el tratamiento hospitalario. “La
Guardia Nacional no ha facilitado los cuadernos de partes y armas porque está
encubriendo”, señaló el padre de la víctima. Esta omisión en el envío de datos
esenciales para individualizar responsabilidades penales comenzó en Caracas con
el caso de Juan Pernalete, y es por eso que aún no se sabe el nombre del
responsable de su muerte. En estas pesquisas, el encubrimiento pone en
entredicho a todo el contingente.
*La
Fuerza Armada prevé un recrudecimiento de la violencia política en los próximos
días y semanas. Para eso se prepara. Un análisis divulgado la semana pasada en
unidades del centro del país establece como acciones más probables en lo
inmediato la continuidad en los bloqueos de vías, ya no en las urbanizaciones o
pequeñas carreteras, sino en las principales autopistas y troncales del país.
También la irrupción en cuarteles militares, tal y como sucedió con un
destacamento de la Guardia Nacional en Barinas. Lo más preocupante, sin
embargo, es el escenario de asesinatos selectivos de líderes opositores y
oficialistas (“ambas facciones”, en el documento) y linchamientos a efectivos
policiales y militares. La extensión de las protestas a nuevas zonas del país,
indica el texto, puede desencadenar “una reacción en cadena que incite un
estallido social, cuyo efecto dominó será de carácter nacional”. El documento
omite una tendencia que hay en el momento de su emisión se veía: que los
organismos encargados de controlar el orden público están actuando como si los
manifestantes fuesen enemigos y no ciudadanos a los que es necesario proteger.
*En la semana que transcurrió entre el 22 y el
28 de mayo fueron víctimas de homicidio doce personas en todo Barinas. De ellas
ocho fueron ultimadas en el contexto de la represión política. La región que
vio nacer al ex presidente Hugo Chávez acumulaba hasta el lunes 187 homicidios,
27 en el marco de supuestos enfrentamientos con policías. En Barinas, la
conflictividad política adquirió de la noche a la mañana un peso importante en
las estadísticas de homicidios. La Guardia Nacional activó allí el nivel II de
la Operación Zamora (amarillo), y momentáneamente se calmaron los
enfrentamientos. Y así poco a poco avanza la militarización del país para
aplacar el descontento.
*Una
banda conformada mayoritariamente por menores de edad, como la que operaba en
el bulevar de Sabana Grande, se ve ahora en los pasillos del Centro Ciudad
Comercial Tamanaco. Empleados de limpieza y vigilantes lo confirman. Un
representante del condominio del centro de compras envió a los propietarios de
oficinas y tiendas un audio en el que sostiene que este grupo de
aproximadamente quince niños y niñas (2 embarazadas) comenzó a actuar con actos
de mendicidad aparentemente inofensivos. Ahora, sin embargo, han robado y
amenazado a personal de seguridad. “No es algo casual. Hay una organización que
los explota”, dijo el portavoz. El liderazgo de los menores lo ejercería una
mujer, que diariamente coordina el traslado de los muchachos en dos camionetas.
*El
uso de metras o rolineras metálicas para alterar los cartuchos de perdigones de
plástico no es nuevo en los cuerpos policiales y militares del país. En la
Guardia Nacional y en la extinta Policía Metropolitana (precursora de la
Policía Nacional Bolivariana) el “aliñado” de los cartuchos era una práctica
conocida. No solo se hacía con metras, sino también con trozos de vidrio,
tornillos, tuercas y todo lo que pudiera servir como metralla. Pero nunca se
vio que estas mañas estuviesen tan difundidas hasta el punto en que han
ocasionado muertos y heridos en por lo menos seis estados del país. En
Anzoátegui un agente fue grabado cuando alimentaba la escopeta por la parte
posterior del cañón, presumiblemente con una metra o rolinera, en lo que se
denomina “avancarga”. Los oficiales saben que es muy difícil establecer plena
correspondencia entre estos proyectiles y el arma de los que salieron disparados,
puesto que los cañones de escopeta tienen ánima lisa, es decir, carecen de
campos y estrías en su parte interna. El uso de metras es reiterado, además,
puesto que si utilizaran tornillos u otros objetos metálicos estos cañones
podrían quedar horadados, y esto los podría delatar.
*Mucho
se ha hablado de los excesos cometidos por los efectivos de la Guardia Nacional
Bolivariana en la represión de las manifestaciones opositoras. Algunos han
llegado a decir que no son venezolanos, sino cubanos en una especie de
reedición de la guerra de Angola. Otros, que son malandros uniformados gracias
a un acuerdo entre el componente militar y el ministerio para Servicio
Penitenciario. Nada de eso consta. De lo que sí hay pruebas documentadas es que
esas tropas han sido sometidas a procesos de “formación en el odio”, según los
cuales se justifica prácticamente cualquier cosa (incluso la eliminación física)
contra aquellas personas que van contra el “legado” del Comandante Supremo.
Cuando están juntos y listos para actuar contra las masas de manifestantes, se
activan todos esos mecanismos para los que han sido adoctrinados en las
escuelas de formación. El video de los guardias que hacen calistenia mientras
cantan su deseo de “matar a un maldito guarimbero”, resulta esclarecedor.
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