-Una propina excesiva durante una
bacanal parisina fue el inicio del fin para Diego Salazar, empresario de
seguros y primo del ex presidente de Pdvsa Rafael Ramírez
@javiermayorca
La Banca Privada de Andorra
estableció en 2006 una oficina de representación o de “segundo piso” en el
Centro Ciudad Comercial Tamanaco. La sucursal no tenía el nombre de la entidad
financiera en la puerta, como podría imaginarse, sino que operaba bajo la
fachada de una “asesoría financiera”.
Para ser recibido allí, era
necesario poseer la referencia de alguien que ya fuese cliente. Otros bancos
internacionales operaban en Venezuela con el mismo procedimiento. En todos los
casos, la intención era proveer una alternativa a las personas que deseaban
eludir el control de cambio implantado por el Gobierno de Hugo Chávez.
No todas las personas que
utilizaron los servicios de estas entidades estaban lavando dinero. Algunas
simplemente querían poner sus ahorros fuera del alcance de un régimen que
avanzaba hacia la confiscación del patrimonio individual. Pero en el caso de la
BPA, había un interés especial en la captación de clientes ligados al Gobierno.
Así fue declarado por los representantes de la entidad durante el juicio que
hubo a propósito del congelamiento de las cuentas del comisario general
jubilado de Cicpc Norman Puerta. De manera que el riesgo de manejar fondos
procedentes de la corrupción estaba a la vuelta de la esquina.
El escándalo suscitado en 2010
por el caso Puerta (referido en la entrega anterior de esta columna) sería
rebasado apenas dos años después, cuando comenzó una investigación por el
supuesto delito de lavado de dinero contra el entorno del entonces ministro de
Energía y presidente de Petróleos de Venezuela Rafael Ramírez.
Este fue el segundo caso de
funcionarios venezolanos ligado a la Banca Privada de Andorra.
El expediente comenzó cuando los
órganos de investigación del principado europeo recibieron una alerta de la
policía antilavado de Francia, Tracfin, sobre una transferencia llevada a cabo
desde la BPA a un banco francés, por 99.980 euros, “en beneficio de un empleado
de una cadena hotelera (…) en gratificación o regalía por servicios prestados”.
Era, en dos platos, una propina. Tanta generosidad provenía de las arcas de la
firma Highland Asssets Corp, propiedad del empresario asegurador y primo de
Rafael Ramírez, Diego Salazar Carreño, y representada por su primo Luis Mariano
Rodríguez.
Las pesquisas de los órganos de
control, de acuerdo con documentos enviados a Andorra y al Ministerio Público
venezolano, revelaron que los implicados, “y especialmente Diego Salazar y su
primo y hombre de confianza Luis Mariano Rodríguez, pasaban temporadas en París,
hacían importantes gastos de millones de euros en establecimientos hoteleros y
boutiques de lujo”. En su frenesí de consumo, Salazar solicitó a la BPA la
transferencia de cuarenta millones de euros para la adquisición de un
apartamento en París, a través de un banco suizo. Esta operación fue impedida
momentáneamente por una decisión de congelamiento de fondos.
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Más de $2,6 millardos del entorno de Ramírez corrieron por BPA |
¿De dónde venía todo este dinero?
Un auto emitido en mayo de 2016 por la Sección de Instrucción Especializada 1
de la bastilla de Andorra indica que Salazar, Rodríguez Cabello y otros
individuos como el ex viceministro Nervis Villalobos, el llamado “zar de los
seguros” Omar Farías (preso en Dominicana por el fraude con el Banco Peravia),
el ex viceministro de Desarrollo Eléctrico Javier Alvarado Ochoa, Estibaliz
Basoa, Anna Piñero Carrabina, Cristina Lozano y Luis Laplana (directivo de la
BPA para el momento) “organizaron un sistema de comisiones de los contratos
públicos de la empresa Pdvsa, que implica que las empresas que accedían a las
licitaciones eran obligadas a contratar al entramado empresarial para poder
conseguir las adjudicaciones, cobrando millones de euros a los implicados por
asesoramientos”.
Los pagos de los sobornos se
hacían en buena medida a través de cuentas en la BPA, a nombre de compañías
registradas en Panamá, “por donde transitaron más de dos millardos de euros”,
es decir, casi 2,6 millardos de dólares.
En la lista de 24 empresas,
pertenecientes en forma total o parcial a Salazar y sus allegados, estaban por
ejemplo la Fundación Caixa Bella, Megana International, Central Berfort,
Worldwide Traders Line, Fundación Terramar Hall, Vida y Patrimonio Corretaje de
Seguros y Lomond Overseas.
Esta información estaba en poder
del Ministerio Público venezolano poco después de que la investigación a este
grupo en Europa tomó la forma de una causa penal por lavado de dinero, en
noviembre de 2012. Hoy, la fragmentación del chavismo hace que unos y otros
bandos se recriminen por no haber adoptado entonces medidas contra los
implicados, que formaban parte de los más altos círculos de poder. Tan altos
que no tenían ningún empacho en exhibir su opulencia y dar propinas millonarias
alrededor del mundo. Pero no se puede olvidar que entonces todos ellos formaban
parte de la misma estructura, que usaba tanto a la Fiscalía de Luisa Ortega
como a los tribunales para garantizar la impunidad.
Breves
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El programa Clap: dominación |
*En 2017 el Gobierno tuvo éxito
en lograr la domesticación de sus adversarios. No solo aplacó las protestas que
durante cuatro meses mantuvieron en jaque a la administración de Maduro, sino
que contra todo pronóstico pudo instaurar una Asamblea Nacional Constituyente a
su medida. La sustentabilidad de estas victorias está por verse, toda vez que
la fortaleza del régimen en lo interno va en forma casi directamente
proporcional a su fragilidad en el ámbito internacional, donde incluso tuvo
dificultades para encontrar a un tercer país que lo acompañara en la aventura
de República Dominicana. En 2018, el Gobierno intentará extender a los planos
social y ciudadano la sumisión lograda en lo político. En ello será fundamental
la manipulación del hambre y de las necesidades básicas de la población, a
través del programa Clap y del Carnet de la Patria, que se consolida como un medio
supletorio de identificación y de relacionamiento del individuo con el Estado.
Por otra parte, se profundizará el compromiso de la institución militar con el
régimen. En 2017, los integrantes de la Fuerza Armada demostraron que son
capaces de las peores atrocidades (Padrino dixit) y, simultáneamente, de
guardar el más profundo silencio ante la violación descarada de derechos
fundamentales. La FAN sigue siendo una entidad fracturada, pero la ausencia de
una conducción política alterna capaz de entablar nexos con los cuarteles
impide capitalizar esta situación. Además, padece una corrupción medular,
sistémica, que ya se traduce en el involucramiento cotidiano de sus cuadros
bajos y medios en delitos comunes. Así que en 2018 veremos a los uniformados
aplicar la misma represión que hubo este año contra manifestantes políticos,
ahora contra la gente que reclama por hambre o por el incumplimiento de los
deberes más básicos del Estado. A tal efecto, ya los comandos de zona de la
Guardia Nacional actualizaron sus hipótesis de conflicto interno. No solo hicieron
un arqueo de los principales factores que pueden perturbar el orden público,
sino también de quiénes serían los actores, políticos y de la sociedad civil,
que pueden contribuir a encauzar este descontento social. Así orientarán la
violencia oficial de forma selectiva y más eficaz. El juego está cantado.
*El 27 de diciembre, el Gobierno
optó por “picar adelante” al Observatorio Venezolano de la Violencia al
divulgar, por medio del ministro de Relaciones Interiores, Néstor Reverol, unas
cifras sobre criminalidad. Aunque se trata de números absolutamente
maquillados, el hecho de que se haya suministrado algunas estadísticas
constituye un avance pues da un punto de partida para la discusión. Esto amerita
una consideración más prolongada que la permitida por este breve espacio. Así
que por el momento solo se advertirá dos elementos que el ministro omitió: 1)
las protestas antigubernamentales desarrolladas entre abril y julio
definitivamente impactaron hacia la baja las cifras generales de criminalidad,
desde los homicidios hasta los delitos contra la propiedad, y desde luego los
secuestros. Los delincuentes tuvieron que desplazar sus áreas de operaciones
durante esos días, y además contaron con menos oportunidades pues muchas calles
estaban bloqueadas y la gente movilizada en un entorno donde la vía pública es
en promedio el escenario del 70% de los delitos. Y 2) desde entonces, la
ciudadanía perdió la poca confianza que podía tener en los cuerpos de
seguridad. En algunos sectores, incluso, los uniformados son vistos con
desprecio y profundo rechazo. Esta tendencia ya la advertía la encuesta mundial
hecha por Gallup en 2016, según la cual solo el 14% de la población venezolana
tiene algún grado de confianza en sus cuerpos policiales, es decir, que el 86%
no confía en ellos, o lo hace en un grado mínimo. Y este sondeo se hizo antes
de las protestas. La escasa o nula confianza en los cuerpos de seguridad tiene
una consecuencia directa en la disposición de la gente para denunciar los
delitos de los que ha sido víctima. Entonces, las estadísticas sobre
criminalidad se encuentran cada día más divorciadas de la realidad.
*Uno de los delitos que no ha
dejado de crecer en el país –y que el imaginario oficial no toma en cuenta- es
la extorsión. Las bandas criminales que operan en Trujillo, por ejemplo, han
crecido a punta de “vacuna” a los hacendados, como ocurrió antes en Guárico y
el sur de Aragua. En el estado andino, los antisociales acuden periódicamente a
las fincas para llevarse su parte de la producción. Una víctima relató al
correo crimenessincastigo@gmail.com
que recientemente tuvo que ocultarse cuando se percató de que los cuatreros
llegaban a sus predios. Permaneció medio día en una zona boscosa cercana, hasta
que no vio más movimientos. Entonces, volvió a la vivienda y el personal del
hato le informó que habían secuestrado a dos empleados, y que él tendría que
pagar el rescate. Esta es una de las razones por las que en Trujillo los robos,
los homicidios y los secuestros crecieron este año, a pesar de los esfuerzos
oficiales por desfigurar esta realidad.
*El 20 de diciembre, los
ministerios de Relaciones Interiores y de Defensa emitieron una resolución
conjunta para normar la implantación de los llamados “puntos de control” por
parte de agentes de los cuerpos de seguridad. Se deroga así otra resolución
emitida en mayo de 2006 durante la gestión de Jesse Chacón en el MRI. Hay
varios aspectos interesantes. En primer lugar, la supervisión y coordinación de
los puntos de control, tanto fijos como móviles, queda en manos de la Fuerza
Armada, a través de los comandos de zona. Un paso más hacia la plena
militarización de la seguridad ciudadana. Por otro lado, la nueva resolución
está redactada en términos tan vagos que consolidará el desorden prevaleciente
en la materia. La resolución derogada establecía pautas muy claras en cuanto a
la configuración de los puntos de control. Por ejemplo, se exigía la
instalación de conos y advertencias a 30 metros de distancia del sitio donde
estaban los agentes. Esto rara vez se cumplió, pero ese era un problema de
supervisión. Ahora, no existe una lista taxativa sobre lo que debe ser el
equipamiento de los puntos de control, ni cuántos agentes deben estar en ellos,
ni cómo deben advertir al ciudadano sobre su presencia, ni cómo será el
protocolo de actuación de los agentes y de los transeúntes. En fin, más
improvisación en un área ya bastante improvisada.
*Escribe una lectora al correo crimenessincatigo@gmail.com, para
explicar un modus operandi en boga en torno a comercios de Valencia, en
especial aquellos como farmacias y automercados, que requieren la presencia de
las personas durante cierto tiempo
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