-Una serie de
contratiempos, y la ausencia de articulación política permitieron al
Gobierno abortar la Operación Constitución
@javiermayorca
En la página de los
diez “más buscados”, la violencia criminal fue reemplazada por la violencia
política. Cuando estas listas comenzaron, en septiembre de 2017, alias Coqui era un objetivo habitual, al menos
desde el punto de vista declarativo. Luego de casi tres años de OLPs y
operativos puntuales en la Cota 905, el líder de una de las principales
megabandas de Caracas sigue en libertad. Pero ya como que no lo buscan mucho.
El Gobierno
recompuso sus prioridades en materia de seguridad. La delincuencia sigue, pero
ahora los “más buscados” son los que de una u otra forma han perturbado la
tranquilidad de Miraflores. Quinto en la lista figura todavía el coronel
retirado de la Guardia Nacional Oswaldo García Palomo.
En esta web
gubernamental como que no se enteraron de que ya este oficial de 54 años de
edad tiene varios días en los sótanos (o en la azotea) de la Dirección de
Contrainteligencia Militar, en Boleíta.
La captura del
coronel tiene numerosos detalles de interés para comprender las aristas del
actual conflicto político venezolano. En una declaración suministrada el 31 de
enero, el ministro de Relaciones Interiores, mayor general Néstor Reverol,
afirmó que esta detención fue posible gracias a la previa captura en los Valles
del Tuy de un sargento técnico de segunda, Miguel Antonio Palacio, alias Marco, de 44 años de edad, y la del
primer teniente del Ejército Alberto Salazar Cabañas, de 43 años, también
conocido como Pancho. Este último
procedimiento fue llevado a cabo en San Antonio de los Altos, el domingo 27 de
enero, según Reverol.
El funcionario
indicó que los análisis de telefonía a los dispositivos decomisados a Palacio y
a Salazar permitieron dar con la probable ubicación de García Palomo.
Aunque estos dos
hombres pueden estar detenidos y sus teléfonos decomisados, esta versión de
Reverol tiene inconsistencias. La información en poder del director del Foro
Penal, Alfredo Romero, y del general retirado del Ejército Antonio Rivero
establece que García Palomo fue privado de libertad el sábado 26 de enero en
horas de la mañana. Por lo tanto, lo dicho por el ministro es, en el mejor de
los casos, una verdad a medias.
Según Rivero,
García Palomo forma parte de un movimiento cívico-militar cuyo objetivo es
deponer a Nicolás Maduro. El general, ex director de Protección Civil, se
incluye en ese mismo grupo. La idea era aprovechar la conmoción ocasionada en
el país a propósito de la sorpresiva juramentación de Juan Guaidó como
presidente interino, para dar así el golpe final al régimen.
Este interinato,
sin embargo, los tomó por sorpresa también a ellos. De repente, el coronel
llegó a la convicción de que se necesitaba apurar los preparativos, y se
adentró en territorio venezolano con la esperanza de ultimar la ejecución de la
llamada Operación Constitución. Pero no había un consenso en torno a la
pertinencia de la acción en este momento. Rivero indicó que a García Palomo le
habían advertido sobre los altos riesgos que correría.
Según fuentes
castrenses, García Palomo había coordinado un encuentro con otros integrantes
del movimiento en un punto de la autopista José Antonio Páez, en Barinas. En
ese preciso lugar estaba una comisión de la policía judicial, esperándolo. Era
claro que lo habían delatado.
Los problemas de
comunicación entre los distintos participantes, así como las dificultades para
encontrar gasolina, también perjudicaron la fluidez de la operación.
Según la ficha
suministrada por el Gobierno, este oficial retirado está ligado a “actos
terroristas contra el Estado venezolano, protegido y financiado por los
gobiernos de Estados Unidos y Colombia”. Nada que ver con el hombre que residía
con su familia en una casa erigida en las apacibles montañas de Carrizal,
rodeado de canes. En concreto, al coronel lo implican en todas las
conspiraciones presenciadas en 2018. Desde la encabezada por el comandante del
batallón Ayala del Ejército Igbert Marín Chaparro hasta la de los drones que estallaron
el 6 de agosto en el centro de Caracas, precisamente en el acto aniversario de
la Guardia Nacional.
Rivero recordó
haberle preguntado a García Palomo sobre su involucramiento en los estallidos
de estos artefactos.
“El me lo negó,
dijo que no tenía nada que ver con eso, aunque conocía a los que estaban en el
plan. Pero era otro grupo”, recordó el general.
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500 brazaletes, solo 6 detenidos... |
Según Reverol, las
pesquisas en torno al coronel dieron como resultado las detenciones de seis
personas. Igualmente, son buscados dos oficiales activos de la Armada.
En la camioneta
Tucson donde se trasladaba García Palomo, junto al también coronel retirado
José Acevedo y el civil Antonio Iabichela Barrios fueron encontrados 500
brazaletes con una bandera tricolor y las siglas OC, por Operación
Constitución.
Todo indica que
las verdaderas dimensiones de este movimiento son desconocidas para el régimen.
A juzgar por lo incautado y la escasa información aportada, abarca tanto a
efectivos de tropa como a oficiales de tres componentes castrenses. Estas
iniciativas atomizadas, como fue también la de los sargentos de la Guardia
Nacional que se atrincheraron en Cotiza el 21 de enero, añade un factor
importante de presión a lo interno de la Fuerza Armada, e igualmente al
oficialismo y a los factores políticos de la oposición que intentan una salida
concertada a la crisis venezolana. El desenlace es impredecible.
Breves
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Coca tierna, lista para la cosecha |
-En la medida en
que avanza la crisis económica, la economía de la droga toma nuevos espacios en
el país. Antes, el dinero derivado de esta industria surgía de las ventas al
detal y al mayoreo, así como también del suministro de precursores e insumos, y
de las comisiones por legitimación de capitales. Sin embargo, desde 2018 se
tiene constancia por tres fuentes independientes de que hay contingentes de
venezolanos dedicados al cultivo de la coca, en el departamento colombiano
Norte de Santander. Los primeros viajes fueron de jóvenes residenciados en
poblaciones del Sur del Lago y Táchira. Pero rápidamente llegaron merideños e
incluso gente de Aragua. No hubo anuncios de prensa ni convocatoria a través de
las redes sociales. Todo fue boca a boca: “Me dijeron que allá sembraban, y fui
a ver”, dijo uno de ellos. Los jóvenes se trasladan por sus propios medios a La
Gabarra, donde buscan alojamiento por muy pocos días, hasta que llega un
“patrón” y los convoca para llevarlos a determinados fundos, donde pueden pasar
hasta dos semanas continuas, llenando bongos de hoja que han cosechado. A ellos
los llaman “raspachines”. Debido a la necesidad de ingresos, los jóvenes
venezolanos se han convertido en mano de obra barata para las primeras etapas
de elaboración de la cocaína, es decir, hasta que el arbusto se transforma en
pasta base. Los cultivadores venezolanos de coca pueden hacer hasta cuatro
viajes anuales a Colombia. Todo depende de variables ambientales. Según
estimados de Naciones Unidas, en Norte de Santander ha ocurrido un notable
incremento de la superficie cultivada con coca, hasta abarcar el 9% del total
colombiano.
-Mucho se ha
comentado sobre la situación de hambre que se pasaría en unidades militares.
Esto es cierto hasta un determinado punto. En el estado Miranda, por ejemplo,
en un día de diciembre el menú para los uniformados era arepa con pescado en
picadillo para desayunar, pasta con el mismo guiso para almorzar y arroz
aderezado con lo mismo para la cena. En otra unidad comen mejor: arepa con
caraota y queso para empezar el día; pasta con pollo y berenjena para almorzar
y prácticamente lo mismo para cerrar la jornada. Durante la época de mayor
escasez de carne, hubo unidades que se vieron desprovistas de proteína para sus
tropas y oficiales, y tuvieron que solicitar “colaboraciones” de dueños de
abastos y supermercados. Otra cosa ocurre con los guardias nacionales y
efectivos del Ejército cuando se encuentran desplegados en operaciones. En
zonas urbanas, se ha podido ver a los militares pidiendo almuerzo a las mismas
comunidades a las que prestan un servicio de policía preventiva. En las zonas
rurales, la cosa depende también de los aportes privados. A finales de 2018, un
hacendado de Apure se vio en un dilema: o entregaba una res para que los
militares comieran, o quedaba a merced de elenos
y faracos convertidos en
bandoleros.
-El domingo 13 de
enero, el Comando Estratégico Operacional (Ceofanb) anunció que el día
siguiente comenzaría en todas las regiones militares el primer proceso de
alistamiento correspondiente a 2019. Este año el llamado a filas castrenses
tiene especial importancia, debido a las condiciones políticas del país y a la evidente
pérdida del pie de fuerza de la FAN, en especial en los componentes de ocupación
terrestre, como son el Ejército y la Guardia Nacional. Sin embargo, para ese
momento la información no había bajado hasta todos los comandos de zona. De
manera que aún no había un mandato claro en cuanto a cuál sería el número
mágico que debía aportar cada componente en cada estado. A esto se le llama “cuota”.
Cuando Chávez llegó al poder, en 1999, hasta 2014, se consideraba cuarteles
adentro que no era necesario acudir a métodos compulsivos para alcanzar la
cifra de conscriptos, pues las personas de ambos sexos con edades que podían ir
desde los 18 años hasta los 30 años, acudían voluntariamente, atraídas por las
facilidades para adquirir conocimientos sobre algún oficio, y la seguridad de
que recibirían alimentación y alojamiento. Ahora, eso no es así. Entonces, está
en el ambiente la posibilidad de que sean aplicados procedimientos que veíamos
en los últimos años del siglo pasado: policías y militares en la calle, bajando
a los pasajeros de las busetas e interceptando a transeúntes para exigir que
les mostraran la constancia de inscripción. Pero, hasta el momento de la
redacción de estas líneas, eso no ha ocurrido. Pensar, además, que se meterán
en centros educativos para llevar a cabo la recluta es absurdo. Aun así, hay
que estar pendientes con lo que suceda en las calles, pues el aumento de la
conflictividad, interna y externa, podría suscitar medidas desesperadas.
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